Preciosas imperfecciones de sastrería

Destino Manzano, en el atelier de Francesco y Stefano Borella, para hablar con ellos sobre Abbey, firmada por su director artístico en colaboración con Ferrante y posteriormente casada por Offisit. Los dos diseñadores reciben al equipo de Design Stories sonrientes y cómplices. Un vínculo germano, dos hermanos que en sus diferencias se estiman y comprenden visceralmente, dos elementos diferentes y necesarios, el agua y la tierra, uno es la creatividad y el otro la realización.
Un estudio que han cuidado hasta el más mínimo detalle, un espacio que combina el gusto estético y la intimidad meditativa. Frances Burnett hablaba de un jardín secreto por el que dos niños maduran y crecen, para Stefano y Francesco es un patio zen donde son capaces de equilibrarse, concentrarse e interpretar.
En este lugar nacieron las líneas de Abbey, un objeto para mirar en un paralelo constante entre el pasado y la modernidad, una pista que traza recuerdos y define nuevos caminos. Las formas del sofá, el sillón y del pouf son suaves, naturales y están adornadas por las imperfecciones del sastre que hacen que cada pieza sea única en su elaboración. El cosido realza la suavidad del objeto que se ha inmiscuido en los diseños de Stefano, pasando de la cabeza al lápiz, del lápiz al papel y de ahí a un camino de creación dinámico y preciso del que Francesco ha limado cuidadosamente cada paso.
Abbey es un resultado libre que puede ser entendido y apreciado por todos, que invita a acercarse y disfrutar saltando sobre él o sentándose de las formas más extrañas. Es una forma que acoge y abraza, diluyendo la formalidad que a menudo invade el lugar de trabajo. Es un mueble que crea armonía en el espacio en el que se coloca y que, con su personalidad y sus volúmenes, anima a compartir y socializar. Design Stories redescubre, en el diálogo entre los dos hermanos, la autenticidad y la espontaneidad de la infancia, cuando un globo de colores era suficiente para hacernos sonreír y jugar durante horas. Porque luego, con el paso de los años, a pesar de que los pasatiempos con los amigos se han convertido en compromisos laborales, seguimos entusiasmados y todavía fascinados por encontrarla ahí, en el centro de la habitación, siempre colorida y siempre dispuesta a jugar con nosotros en su abrazo que huele a recuerdos felices.


